¿Por qué Dios inventaría que te
despertaras de tu letargo con la sensación de que caes al vacio? ¡Me encabrona!
A Dios le gusta trolear, ve que te estás quedando dormido y de repente te manda
un sueño donde te caes al vacio, nada más para ver la cara de estúpido y
asustado que pones y se caga de la risa
en su nube junto a un montón de ángeles y querubines que le dicen:
- Mira Señor, este japonesito también se está
durmiendo mándale el sueño del vacío.-
- ¡A ver hazte para allá, a este me toca chingármelo
yo! -
Le hacen la misma mamada y otra
vez se vuelven a cagar de risa en la suavidad de su nube.
Entre este tipo de troleadas y
otras como lo tsunamis, terremotos, inundaciones, meteoritos del tamaño de
Colima que se estrellan en la tierra y los pinches extraterrestres culeros que
siempre llegan a Estados Unidos con ganas de ponerle en su madre al mundo, Dios
nos pone a vivir todos los días en este mundo mundial.
Pero bueno a lo que iba,
el otro día estaba muy contento vendiendo chingadera y media en mi negocio,
diciéndole a los clientes que mi mercancía es lo máximo y con ¡mucha calidá! y
esas mamadas que todo vendedor te dice y te jura, de repente una niña grito
como si le hubiera agarrado la mano con la puerta del coche. Todos los proles
que estábamos en el local nos quedamos con la cara de pendejos viéndola, con la
misma cara de interrogación que tenia Sir Isaac Newton cuando la pinche manzana
le cayó en la cabeza y se puso a buscar al culero que se la aventó, (A
huevo, todo hombre que se jacte de ser
hombre primero piensa que algún ojete aventó la manzana y lo busca para ponerle
unos putazos, hasta que cae en la cuenta que la manzana pudo o no caer del
árbol ya que siempre habrá un pasadito de verga de esos que en el internet
llaman troll, ¡Puta madre como divago!)A lo que iba, tiernamente le pregunté a
la niña:
- ¡¿Que
chingados te pasa, pinche estúpida?! ¿Por qué gritas como una puta loca? ¿No
ves el pedo que nos sacaste con tus pinches gritos? Mientras la zarandeaba como
muñeca de trapo.
-¡Es que se
metió una ratota! – dijo la niña a la vez que se recuperaba de las cachetadas
que le di.
- A ver quien
se está robando “My Precious”
mercancía! –le grite a todo mundo desde arriba del mostrador mientras cortaba
el cartucho de mi escopeta.
- No señor mi
hija se refiere a un roedor- dijo la que al parecer era la madre de la pinche
gritoncita.
- ¡Oh perdón,
amable clientela!, si me disculpan debo encontrar a ese animalejo.
No sé si les ha pasado pero el
proceso de encontrar y aniquilar una rata requiere del más complejo instinto,
inteligencia y arduo trabajo para el ser humano común. Pero como ya les he
dicho yo soy una especie de Quetzalcóatl con súper poderes y todo el pedo,
nomas que sin traje y capa.
Busqué a la rata por todo el
local sin poder encontrarla, hasta que mi súper intuición (un súper poder como
las antenitas del Chapulín Colorado o el sentido arácnido de Spiderman) me dijo
que posiblemente estuviera en el baño, fui y busque con mi pinche súper miedo
(¡A huevo! Con pinche súper poder también se tienen súper pedos) y no logre
verla, no tengo vista de rayos x. Tapie la puerta del baño hasta la mitad y fui
a donde todo hombre se debe dirigir a comprar su arsenal para encararse con una
puta rata… A la Tlapalería
Ya en la Tlapalería, busque algo
chingón con lo cual acabar con la rata, algo que la destruyera, que la hiciera
volar en mil pedazos, que la desintegrara y le pregunte al encargado si tenía
sangre de Alíen, me dijo que no, que a lo mucho tenía sangre tipo O+, le tuve
que explicar la película del Octavo Pasajero y después de un exhaustivo
análisis me dijo que no vendían esas mamadas y opté por compran unos pega
ratas, que no son otra cosa que dos plaquitas de plástico con un adhesivo bien
perrisimo para que cuando la rata pase sobre ella se quede pegada e
inmovilizada pero no muerta. Avente uno
en el baño y espere a que saliera de su escondite y cayera en la trampa. Con mi
sarape, mi sombrero y una cerbatana de bolitas de papel mojado con saliva,
esperé pacientemente alrededor de 2 minutos, me desespere y me puse a ver una
película del Santo. ¡Puta madre! Que emocionado estaba cuando el Santo le ponía
su putiza al Hombre Lobo, pinche película la he visto un chingo de veces y
siempre el Santo le arrima sus buenos putazos al Hombre Lobo. ¡Ah pinche lobo
pendejo no entiende que al Santo nadie le gana! De repente escuche el chillido
de la rata; solamente quien se ha enfrentado a una rata sabe como suenan los
chillidos de una rata, son similares a los gritos del cancerbero del infierno y
producen asco e infunden miedo; como si fuera una bruja quemándose en la
hoguera y te maldijera a ti y a toda tu descendencia… con eso si me arrugaría
frente a mis cuates, igual que con los chillidos de rata, no sé que tengan,
quizá desciendan de las brujas o son brujas reencarnadas. Fui al baño y la vi,
estaba atrapada, me miro con el ojo que no tenia pegado a la placa adhesiva y
la mire, fue un solo segundo en el cual nos declaramos la guerra, una enemistad
profunda nació de nuestros corazones, de mi parte por la fobia a las ratas y su
rebeldía de meterse a mis dominios, ella por su fobia a los humanos gandallas
que usan placas adhesivas para atrapar ratas y no sus propias manos y sus
dientes cual neandertal. No había más remedio… Muerte por escoba.
Tome la escoba y le propine uno,
dos tres putazos… al suelo. Pinche pendejo cerré los ojos para no verla morir,
erré mi puntería y casi pude ver una sonrisa burlona, si la rata pudiera hablar
español o yo entender ratuno me hubiera dicho: ¡Como eres pendejo! Aunque quizá
no, no era tan imprudente como yo pensaba y solo me diría: ¡No seas ojete, déjame
ir! No sé, solo atine a darle otro tanda de putazos afinando mi pulso y
asestando en su cabeza y su estomago, su sangre impregnaba el plástico blanco
de la placa y me fui a atender un cliente que llamaba. La deje agonizando, me
aleje no sin antes percatarme de que su respiración se volvía más profunda y
pausada, la sangre escurría y los huesos rotos podían verse destrozados bajo su
piel.
El sonido que produce el
desorden, volvió a recordarme que tenía una rata moribunda en el baño, supuse
que en sus últimos momentos de vida se revolcaba presa de dolor esperando la
muerte y tirando todos lo que había, fui al baño y solamente encontré una
silueta de pelos y sangre en el pegamento, la rata había escapado. Se había
agarrado a unos fierros que almacenaba en el baño, jalando su cuerpo mientras
el pegamento cedía, había escapado de una forma bastante inteligente, sin
embargo el escondite que escogió no era el optimo y solo tuve que empujar
fuertemente el palo de la escoba y llevarla nuevamente al pegamento. Otra vez
atrapada frente a un improvisado verdugo que no era capaz de ponerle fin a su
sufrimiento, cruza de merolico y agente de ventas, ocupado más en el comercio
que en la sanción al animal transgresor. Me fui a atender a otro cliente.
Nuevamente volví dispuesto a
terminar con mi enemigo, sin embargo había vuelto a escapar. Me reencabrone y
me dispuse a buscar nuevamente por todo el local ya que en nuestro encuentro
anterior había quitado la tapia que cubría la puerta del baño. Su escape se
produjo a raíz de que el pegamento había perdido su capacidad por la cantidad
de pelos que había dejado, así que tome una nueva placa y volví a ponerla justo
debajo de una maquina de videojuegos donde se había atrincherado, estaba
abatida cansada y sobre todo herida. Aproveche y solo tuve que moverla con el
palo de la escoba pero ya no podía correr y solamente empuje la otra placa para
que quedara atrapada. La rata volteaba a verme ya sin ánimos de luchar,
comprendiendo que su fin estaba cerca, que sus heridas eran graves y que el
dolor que le producían al escapar era intenso. Me sentí vil, conmigo se había
encontrado un enemigo indigno, había que tenido que usar trampas y armas para
poder acabarla, ella sin embargo me gano dos embates y dignifico su final. No
había vuelta atrás su cuerpo estaba destrozado y dejarla libre hubiera sido
peor que acabarla, tome la otra placa para tapar su cara y aplaste con mi pie
su cabeza que crujió ante el peso de mi cuerpo. Ahí quedo, quebrada y sepultada
en una bolsa de plástico, tirada en la basura. Acepto que no fue divertido, no
soy un sádico que mata animales o los quema y después se convierte en un
asesino serial. Sentí mal golpearla y peor darle fin, aunque acepto que odio a
las ratas, de haberla dejado abría anidado y convertido mi local en un
basurero, además de que tendría miedo de que estuviera acechándome por los
rincones, mordisqueando mi comida y después sin saber me la llevara a la boca.
Acepto que odio a las ratas.
P.D. ¡Debí matarla con la
escopeta! HLMDP.
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