¿Quién dejó salir al Diablo?


¡Ojala y pudiera encender una fogata! Se decía Pablo al acurrucarse en su camastro. Tapado por una cobija con agujeros, la cual presumía a sus amigos como “La Calientita”, porque decía que por un hoyo entraba el frio y que por los demás se salía. Como nunca antes ansiaba un poco de fuego para calentar aquel cuartucho coronado por frías laminas de metal y con  “ventanales” en la pared, como pomposamente llamaba Pablo a los agujeros hechos por los vagos años antes de que Pablo decidiera tomar esa propiedad como su refugio. Ahora dichos agujeros estaban tapados por madera y laminas de cartón. El frio arremetía contra Pablo, quien no se disponía a prender una fogata porque su “casa” había pasado a ser una “bodega”, después de que Él y su mejor amigo: Damián Ajenjo, mejor conocido como “El Quesito de puerco”, tuvieran la buena idea de ser pepenadores. Siendo tomado como almacén el cuartucho de Pablo.

-        - Pinche “Quesito”, El muy chingon en su casa y con su “cobija de tripas”. ¡Tapadito que ha de estar el ojete! ¡Y yo con este puto frio de la chingada! –  Caviló Pablo.

Mientras maldecía su suerte, Pablo se aferraba a su cobija sin conseguir sacarle un poco mas de calor a pesar de apretar los extremos con todas sus fuerzas. Cansado de temblar, se levantó y se dirigió a una caja de jabón donde guardaba cosas para su aseo personal o los alimentos que conseguía, era según su dicho una “Alacena”, muy parecida a su “closet”, el cual era una caja de huevos donde guardaba su ropa. De la “Alacena” tomó una botella de aguardiente, la cual en un acto casi prodigioso la levantó, le quitó la tapa con los dientes, la escupió hacia arriba, bebió un gran sorbo y tomo la tapa con la mano desocupada para después taparla e irse a refugiar a su camastro.

-       ¡Ah que chingon! Esta cañita esta de poca madre pa´l frio. Calienta las tripas primero y después las orejas. Hasta chapeado me estoy poniendo -  Pensaba mientras sorbía poco a poco el aguardiente.

Entre tragos de aguardiente  y ratos de dormitar se consumió la mitad de la noche, el calor que le proporcionaba el alcohol apaciguo el frio que se clavaba en su cuerpo. Pablo estaba intoxicado por sueños de ebrio, donde su mente le engañaba con riqueza y lujos, acompañado de mujeres exuberantes que abrazaban a sus amigos y compañeros de pepena; a su lado al que consideraba su mejor amigo “El Quesito de puerco” abrazando a una preciosa mujer morena y con otra morena cerveza en la mano le decía:

-          ¿Estás muy caliente? ¿No? Pues prepárate porque esto va arder.  Jajajaja-

La risa de “Quesito” dejo de ser entonces graciosa, para tornarse burlona y maliciosa, sus facciones se transformaban  demoniacas y el tono de las carcajadas aumentaban taladrando los oídos de Pablo como si fuera El Diablo tras hacer maldades. Solamente hasta que Pablo tapó sus oídos y cerró los ojos, la risa cesó y solo se escuchó un silbido muy característico que “Quesito” hacia  para anunciar su llegada al cuarto. Pablo despertó, con la boca reseca y encendió una vela para poder ver la hora en un viejo radio despertador de pilas que había encontrando durante la pepena, el primer día que emprendiera su nuevo oficio. Apenas las 05:15 de la mañana, el silbido de “Quesito” volvió a escucharse con la dulce sinfonía que despertara a Pablo de aquel sueño extraño. Obviamente era su compañero de oficio que acudía como todos los días para presentarse muy temprano al basurero, para que según él “agarraran la mejor mercancía”.

-Pinche “Queso”, no mames tuve un sueño muy mamón. – dijo Pablo ni bien había entrado “Quesito”. – Estuvo chingón, pero también culero. Eras un pinche diablo y estábamos con unas viejas y había un chingo de alcohol y estaban todos los cuates del basurero y los de la pulcata. Tú traías una viejota bien morena, de esas negrotas que te gustan un chingo. Pero luego…-

- Ya deja de hablar tantas pendejadas y dame un trago de “Chinguere” que me carga la chingada de la cruda. -  dijo “Quesito” interrumpiéndolo.

Damián Ajenjo, “El Quesito de puerco” era un galán singular, bajo de estatura, con cabello largo y seboso, de protuberante barriga, nariz ancha y aplastada, labios gruesos, siempre calzaba huaraches porque decía que lo que más le molestaba era que le olieran los pies. Razón higiénica que contrastaba con las largas y sucias uñas que salían de los huaraches, también difería por la ropa sucia y gastada que siempre traía, según Él porque era su ropa de trabajo

 -Ni modo que lleve tacuche pa´andar en la basura, ojetes- Increpaba a quienes le hicieran observación de su atuendo. 

Su peculiar apodo lo había ganado algunos años atrás, ya que al ser víctima del Vitíligo, su piel en otro tiempo morena, había adquirido manchas blancas y rojizas, aunado a que sus cabellos comenzaron a mostrar abundantes canas, adquirieron tonos grises, blancos y negros.
Después de dar un largo buche a la botella sobó su tripa y emitió un sonoro eructo, soplando a continuación en la cara a Pablo.

-¡No mames puto Queso! ¿No traís de otro sabor?- reclamo Pablo con gesto de asco.

- Jajaja, si bien que te gusta güey te lo tragaste todo, pinche Pablo, jajajaja- Reía a carcajadas Queso.

Pablo al escuchar la risa recordó el sueño, entonces le quitó la botella para darle un trago, se fue hacia el camastro y se sentó para alcanzar la radio de pilas, la cual encendió para escuchar algo más que la risa burlona de su amigo.

En la radio se emitía un noticiero –“Todo México sigue a la espera de la liberación del ex candidato a la republica, quien fue secuestrado hace ya más de 7 meses…”

-El día que suelten a ese cabrón va a ser como si soltaran al mismo Diablo- comento Queso.

-Tienes razón Queso, se va a abrir el infierno y se va a escapar todo el fuego – recalcó Pablo y Queso volvió a carcajearse.

La risa de Queso, se tornaba malévola, en un instante Pablo comenzó a sentir nervios, desesperación al punto de enmudecer, no podía emitir palabra para pedirle a su compañero que se callara… al mismo tiempo un estallido, un silbido ensordecedor y el calor del infierno consumiendo dos cuerpos.

Efectivamente, el infierno se abrió un domingo en San Martin Texmelucan. Nadie sabe porque alguien se robaba petróleo crudo, razonable sería robar gasolina o diesel. Otro infierno desatado por la paraestatal con un “Disculpe, pero yo no tuve la culpa”, pagarle al pueblo unos pesos por su dolor, pesos que fueron filtrados por la burocracia para quedar en centavos. Tirar la piedra y esconder la mano. 



P.D. Al otro día el Diablo apareció en público. HLMDP

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