Antes que nada:
Apenas ayer recibí las
calificaciones de mis hijas. El que tenga hij@s y se tome el tiempo de hacerse
cargo de su educación sabrá del sentimiento que esto provoca. Para los que no,
les voy a contar historias de terror sobre los hijos, historias que helaran su
sangre y sentirán que los pelitos de los brazos se les levantan como pajarito
de adolescente en burdel. Historias que los harán reflexionar, al punto de
pensar en no tener hijos y en caso de tenerlos, mejor dejar que se los chupe la
bruja.
Me he vuelto adicto a tomar un café
cargado en las mañanas con un poco de “sustituto de crema para café”, aunque
soy de Veracruz, jamás me acostumbre a tomar café negro, ni andar como
universitario mamoncillo tomando un café cargadísimo semejante al combustóleo. Tampoco
soy tan maricón como para andar tomando capuchinos de sobrecito, ni tan
oficinista de corbata para comprar un café en el Starbucks o en el OXXO, creo
que esto último no lo hago porque no me gusta pagar mucho por algo que es
bastante económico, sin embargo la gente piensa que llevar un café en un vaso
de cartón es lo máximo, que les da notoriedad y realce a sus falsas poses de
tratar de ser “alguien” y que para lograr todo esto es necesario gastar 30
pesos por un café desabrido (que gran metida de corneta nos deja la publicidad).
El tema es que me he vuelto un tragacafeconcrema me he vuelto un poco mas ansioso
antes de tomármelo, me relajo los diez minutos después de ingerirlo y me vuelvo
intolerante después de ese lapso. (Siento que no es por el café pero no quiero
hacerme un psicoanálisis ahorita). En este estado semi comatoso e irritable me
dieron las calificaciones de mis tres hijas, al mismo tiempo y con resultados poco
satisfactorios. Es como una bomba de Napalm que cae en una zona de temporada de
tornados después de una inundación.
Si les soy sincero, tengo unas
hijas que son brillantes, tomando en cuenta la precaria educación que reciben. Además
de que soy un tipo que nunca ha evaluado a una persona por su título
universitario o su nivel económico, mucho menos por las calificaciones,
califico a la gente por su nivel de razonamiento y su sentido del humor. Por lo
tanto al ver un cinco en la boleta de una de ellas me puse peor que la Tigresa,
¡¡¡Piiiooor me puse al saber la razón!!! Sacaba espuma por la boca, al mismo
tiempo que convulsionaba en el suelo agarrándome el brazo izquierdo por el
dolor que me producía el infarto.
Esa Tigresa no!
Espera...No, esta tampoco
Andale! Como esta mera.
No es que en tiempos actuales,
los padres les echemos la responsabilidad la culpa a los maestros de las
escuelas públicas (o de gobierno, como les quieran decir) sobre las
calificaciones tan bajas o del bajo nivel de educación que tienen nuestros
hijos, ni de que los chamacos muy apenas sepan leer o transitoriamente sepan
como sumar cifras de cuatro dígitos ya no en el cuaderno, sino con ayuda de una
calculadora… a los 20 años. No, uno no los culpa; son los propios maestros
quienes en un acto de sumo esfuerzo y dedicación se ganan que esa acusación. Yo
lo veo diariamente porque mis hijas acuden solamente 4 días a la semana a
clases porque los maestros tuvieron curso, tuvieron huelga, tuvieron reunión, tuvieron
emergencias (aunque algunas no sean en realidad emergencias), porque tuvieron
que acudir a la junta de padres de familia en la escuela de sus hijos, porque
fue día de quincena y un sinfín de cosas para convertir su semana inglesa en
cuatro días de trabajo... o menos. Reconozco que aparte de maestros también son
seres humanos con necesidades, igual que los demás, que también se enferman y
tienen una familia, que como cualquier persona son susceptibles a querer
trabajar menos y ganar más, pero esta situación se ha convertido en una guerra
para alcanzar logros sindicales sin razón, una lucha de plazas, un inconformismo
salarial, en resumen los profesores se están convirtiendo en una mezcla entre
una nueva clase social y una clase política que al paso que vamos los poderes
de la unión se convertirán en Cámara de Diputados, Cámara de Senadores y Cámara
de Profesores. Lejos quedaron esos maestros que se sacrificaban por sus
alumnos, que los alentaban a seguir adelante, que corregían incluso la educación
errónea o la falta de esta que aprendían en casa. Películas como al “Maestro
con cariño” o “Simitrio” a las generaciones actuales les podrían parecer
fantasiosas o de ciencia ficción tomando en cuenta las platicas que tengo con
mis hijas, en las cuales me señalan los comentarios que los mismos maestros le
hacen a los alumnos o realizan entre ellos: “En el curso nos dijeron que ya nos
les enseñemos bien”, “Yo lo que ya quiero es jubilarme, estoy harto de soportar
escuincles” y otros comentarios que no quiero mencionar. Sé que deben de
existir profesores que todavía representen dignamente su profesión y que luchen
por hacer la diferencia, pero a mi parecer se han vuelto como las buenas
noticias en la mañana: muy raro que aparezcan.
Escena de "Simitrio". Ah! como hacian emputar al ´nche Profe Cipriano.
La razón por la que mi hija sacó
un cinco fue porque estaba enferma de gripe, no acudió a la escuela el día de
examen, no porque estuviera bastante enferma y no se pudiera ni parar, si no
porque por indicaciones de la USEBEQ, los niños que estuvieran enfermos de
gripe, no podían ingresar a las escuelas por el riesgo de que fuera A(H1N1). Y
la maestra haciéndose la estricta comentó que ella solamente aplica el examen un
único día y el alumno que no estuviera presente, se amolaba y que exactamente
en esos días también revisó los trabajos que ya había revisado en la libreta y
mi hija tampoco estaba presente.
P.D. Aguántenme… porque ya no
puedo seguir escribiendo, me está volviendo a dar un infarto. HLMDP.
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